El coronavirus va hacia ti. Agarra un árbol y no te rindas.

Por Suzanne Bartlett Hackenmiller, M.D

Como muchos médicos, he estado siguiendo las actualizaciones diarias de los Centros de Control y  Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos sobre el reciente brote de coronavirus. Hay tres hechos que parecen repetirse a lo largo de estos informes: 1. La mayoría de los casos de la enfermedad por coronavirus 2019 (conocida como COVID-19) son leves y no ponen en peligro la vida. 2. La forma en que se propaga el coronavirus no es predecible. 3. El coronavirus no está y probablemente no será contenido durante bastante tiempo. Según el último informe de los CDC, publicado cinco minutos antes de que escribiera este mismo párrafo, "los datos preliminares sugieren que los adultos mayores y las personas con afecciones de salud subyacentes o sistemas inmunológicos comprometidos podrían tener un mayor riesgo de enfermedad grave por este virus".  

No es des sorprender que palabras como estas provoquen ansiedad, miedo y pánico. Pacientes y amigos me han preguntado qué pueden hacer para estar preparados cuando el coronavirus se vuelva algo inevitable, impredecible e incontenible y llegue a nuestro cuello de bosque. Además de recomendar el lavado de manos y evitar las multitudes, mi respuesta podría ser sorprendente.  

Una pista yace en ese idioma, "nuestro cuello del bosque".  Hubo un tiempo, hace poco más de un siglo, en que la gente vivía en varios cuellos del bosque. ¿Será una coincidencia que el brote de COVID-19 comenzara en Wuhan, China, donde la densidad de población es de aproximadamente 3200 personas por milla cuadrada, según el sitio web de World Population Review? ¿Se pretendía que las personas vivieran en condiciones tan densas? Además de la facilidad de transmisión viral que proporcionan las personas que viven tan juntas, ¿qué otros factores podrían predisponer a las personas de las ciudades superpobladas a enfermarse? ¿Qué sucedería si encontramos que la respuesta a estas preguntas se encuentra justo fuera de nuestras ventanas?

Cada uno de nosotros tiene un sistema inmune, compuesto por varios órganos y millones de células diseñadas para defenderse de todo tipo de agravios diarios, entre los que se incluyen los producidos por  bacterias, hongos y virus. En pocas palabras, las cosas que hacemos o no hacemos en nuestra vida cotidiana determinan la efectividad de nuestro sistema inmunológico. En realidad es así de simple, e incluso se aplica a las personas que padecen trastornos en su sistema inmunológico.  

Entonces, ¿cómo podemos fortalecer nuestro sistema inmunológico? Duerma y haga ejercicio físico, reduzca el estrés, coma muchas verduras, evite los agravios físicos tóxicos como el alcohol, el tabaco, los pesticidas, los parabenos, los ftalatos y los plásticos, pero sobre todo. . . lleve a su cuerpo a los espacios abiertos. Aquí le explico por qué:

  1. La vitamina D. La vitamina D se produce en el cuerpo cuando los rayos ultravioleta del sol entran en contacto con la piel e inician una reacción en cadena que convierte una forma de colesterol en la vitamina D. Se ha descubierto que la vitamina D tiene muchos efectos en el cuerpo, uno de ellos es el mantener un sistema inmunológico saludable. De hecho, la deficiencia de vitamina D en la infancia se asocia con un mayor riesgo de trastornos autoinmunes, como la esclerosis múltiple (EM), en la edad adulta. Las personas que viven en climas donde existe poca exposición al sol o que pasan la mayor parte del tiempo en interiores, corren un riesgo significativo de tener una deficiencia de vitamina D. Un análisis de sangre puede determinar el nivel de vitamina D de con que contamos; > 50 ng / ml se considera óptimo. Las recomendaciones son suplementar la vitamina D si nuestro nivel es insuficiente y / o esforzarse en tener unos 15 minutos diarios de exposición al sol, en su mayoría sin ropa, idealmente a media mañana, en aquellos climas donde esto sea posible.  

  2. Fitoncidios Estos compuestos orgánicos volátiles se han identificado en plantas. Sirven para proteger a la planta contra la invasión de bacterias, hongos y virus (¿le resulta familiar?). Los estudios han encontrado que cuando las personas pasan tiempo en la naturaleza, inhalan estos fitoncidas, y que ellos trabajan para mejorar la función inmunológica en los humanos tal y como lo hacen con las plantas (Li et al., 2006, 2009). 

  3. Mycobacterium vaccae. En estudios con animales, se ha descubierto que este microorganismo, ubicado en el suelo, activa su sistema inmunológico. Se cree que cuando las personas pasan tiempo al aire libre, bajando a la tierra, por así decirlo, estas bacterias microscópicas se inhalan e ingieren, convirtiéndola en una de las muchas propiedades inmunoestimulantes que son contribución de la naturaleza (Lowry et al., 2007).  

  4. Efectos en el sistema nervioso central. Una robusta cantidad de investigación ha analizado los beneficios para la salud mental derivados del tiempo que se pasa en la naturaleza. (Consulte los excelentes artículos de análisis de la Dra. Margaret Hansen en 2017 y del Dr. Ming Kuo en 2015 para obtener información específica). La evidencia más reciente ha revelado una correlación entre el tono "parasimpático" de bajo estrés y la estimulación del sistema inmunológico (Kenney y Ganta, 2014) . En otras palabras, nuestro sistema inmunológico es feliz cuando somos felices. No se necesita un gran esfuerzo de imaginación para correlacionar el entorno de alto estrés de la sobrepoblación con una función deficiente del sistema inmunológico. 

  5. Células asesinas naturales (NK). El Dr. Qing Li, uno de los médicos japoneses que acuñó el término shinrin-yoku, o baño en el bosque, ha estudiado el efecto que tiene sobre las células NK pasar tiempo en la naturaleza. Se ha encontrado que estas células, cuyo trabajo es barrer el cuerpo para localizar y eliminar células tumorales, virus y bacterias, aumentan tanto en número como en nivel de actividad después de pasar un mínimo de dos horas en la naturaleza (Li, 2007, 2008, 2010). 

  6. Medicina herbolaria. A lo largo de los siglos, ciertas plantas se han utilizado en culturas tradicionales para reforzar el sistema inmunológico. La baya del saúco, el astrágalo y la equinácea se encuentran entre esas que han arrojado evidencia para respaldar su uso, bajo la guía de un médico holístico, clínico o herbolario capacitados. Al igual que con todos los suplementos ingeridos, la calidad, la dosis y las posibles interacciones entre medicamentos y hierbas son puntos importantes a considerar. 

Personalmente prescribo recetas de naturaleza a mis pacientes diariamente. A veces es difícil creer que algo tan simple, tan primitivo, como salir al aire libre pueda ser curativo. Incluso Hipócrates dijo: "La naturaleza misma es el mejor médico". Puede ser difícil imaginar una dosis diaria de naturaleza para las personas que están tan ocupadas que carecen del lujo de un bosque cercano, pero un concepto que ahora es tendencia es el de "naturaleza cotidiana", lo que significa, esencialmente, tomar el beneficio que se pueda obtener de la naturaleza. Salga a caminar al aire libre en cualquier entorno natural. Disfrute de un "lugar para sentarse" cerca de un solo árbol. 

Los estudios muestran que tener una ventana con vista a un árbol traen beneficios para la salud (Ulrich, 1984), e incluso pasar tiempo con una planta que esté en una maceta los tiene (Grinde y Patil, 2009). También se ha descubierto que agregar elementos naturales a los patios escolares pavimentados mejora la salud de los niños (Bell, 2008). Lo crea o no, incluso mirar obras de arte con temas que se relacionan a la naturaleza puede aumentar la atención y minimizar la fatiga (Tennessen y Cimprich, 1995). Es probable que todas estas acciones mejoren la función inmunológica, ya sea directa o indirectamente.  

Una onza de prevención vale una libra de cura, y un sistema inmunológico fuerte es la clave para la prevención. Entonces, abrace un árbol y no se rinda en este momento. Crea en la medicina de la naturaleza. En términos del coronavirus, puede pasar un tiempo antes de que salgamos del bosque proverbial.  

download.jpeg